1 S aliendo Jesús del templo, le dijo uno de sus discípulos: Maestro, mira qué piedras, y qué edificios.
Cuando Jesús salía del templo, uno de Sus discípulos Le dijo: “Maestro, ¡mira qué piedras y qué edificios!”
2 J esús, respondiendo, le dijo: ¿Ves estos grandes edificios? No quedará piedra sobre piedra, que no sea derribada. Señales antes del fin (Mt. 24. 3-28; Lc. 21. 7-24; 17. 22-24)
Y Jesús le dijo: “¿Ves estos grandes edificios? No quedará piedra sobre piedra que no sea derribada.” Señales antes del Fin
3 Y se sentó en el monte de los Olivos, frente al templo. Y Pedro, Jacobo, Juan y Andrés le preguntaron aparte:
Y estando El sentado en el Monte de los Olivos, frente al templo, Pedro, Jacobo (Santiago), Juan y Andrés Le preguntaban en privado:
4 D inos, ¿cuándo serán estas cosas? ¿Y qué señal habrá cuando todas estas cosas hayan de cumplirse?
“Dinos, ¿cuándo sucederá esto, y qué señal habrá cuando todas estas cosas se hayan de cumplir?”
5 J esús, respondiéndoles, comenzó a decir: Mirad que nadie os engañe;
Y Jesús comenzó a decirles: “Miren que nadie los engañe.
6 p orque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y engañarán a muchos.
Muchos vendrán en Mi nombre diciendo: ‘Yo soy el Cristo,’ y engañarán a muchos.
7 M as cuando oigáis de guerras y de rumores de guerras, no os turbéis, porque es necesario que suceda así; pero aún no es el fin.
Cuando ustedes oigan de guerras y de rumores de guerras, no se alarmen; es necesario que todo esto suceda, pero todavía no es el fin.
8 P orque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá terremotos en muchos lugares, y habrá hambres y alborotos; principios de dolores son estos.
Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá terremotos en diversos lugares; y habrá hambres. Esto sólo es el comienzo de dolores.
9 P ero mirad por vosotros mismos; porque os entregarán a los concilios, y en las sinagogas os azotarán; y delante de gobernadores y de reyes os llevarán por causa de mí, para testimonio a ellos.
“Pero ustedes, estén alerta; porque los entregarán a los tribunales y serán azotados en las sinagogas, y comparecerán delante de gobernadores y reyes por Mi causa, para testimonio a ellos.
10 Y es necesario que el evangelio sea predicado antes a todas las naciones.
Pero primero el evangelio debe ser predicado a todas las naciones.
11 P ero cuando os trajeren para entregaros, no os preocupéis por lo que habéis de decir, ni lo penséis, sino lo que os fuere dado en aquella hora, eso hablad; porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu Santo.
Cuando los lleven y los entreguen, no se preocupen de antemano por lo que van a decir, sino que lo que les sea dado en aquella hora, eso hablen; porque no son ustedes los que hablan, sino el Espíritu Santo.
12 Y el hermano entregará a la muerte al hermano, y el padre al hijo; y se levantarán los hijos contra los padres, y los matarán.
El hermano entregará a la muerte al hermano, y el padre al hijo; y los hijos se levantarán contra los padres, y les causarán la muerte.
13 Y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre; mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo.
Y ustedes serán odiados de todos por causa de Mi nombre, pero el que persevere hasta el fin, ése será salvo. La Abominación de la Desolación
14 P ero cuando veáis la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel, puesta donde no debe estar (el que lee, entienda), entonces los que estén en Judea huyan a los montes.
“Pero cuando vean la abominacion de la desolacion puesta donde no debe estar (el que lea, que entienda), entonces los que estén en Judea huyan a los montes;
15 E l que esté en la azotea, no descienda a la casa, ni entre para tomar algo de su casa;
y el que esté en la azotea, no baje ni entre a sacar nada de su casa;
16 y el que esté en el campo, no vuelva atrás a tomar su capa.
y el que esté en el campo, no vuelva a tomar su capa.
17 M as!! ay de las que estén encintas, y de las que críen en aquellos días!
Pero, ¡ay de las que estén encinta y de las que estén criando en aquellos días!
18 O rad, pues, que vuestra huida no sea en invierno;
Oren para que esto no suceda en el invierno.
19 p orque aquellos días serán de tribulación cual nunca ha habido desde el principio de la creación que Dios creó, hasta este tiempo, ni la habrá.
Porque aquellos días serán de tribulación, tal como no ha acontecido desde el principio de la creación que hizo Dios hasta ahora, ni acontecerá jamás.
20 Y si el Señor no hubiese acortado aquellos días, nadie sería salvo; mas por causa de los escogidos que él escogió, acortó aquellos días.
Si el Señor no hubiera acortado aquellos días, nadie se salvaría; pero por causa de los escogidos que El eligió, acortó los días.
21 E ntonces si alguno os dijere: Mirad, aquí está el Cristo; o, mirad, allí está, no le creáis.
Entonces, si alguien les dice: ‘Miren, aquí está el Cristo (el Mesías),’ o: ‘Miren, allí está,’ no lo crean.
22 P orque se levantarán falsos Cristos y falsos profetas, y harán señales y prodigios, para engañar, si fuese posible, aun a los escogidos.
Porque se levantarán falsos Cristos y falsos profetas, y mostrarán señales y prodigios a fin de extraviar, de ser posible, a los escogidos.
23 M as vosotros mirad; os lo he dicho todo antes. La venida del Hijo del Hombre (Mt. 24. 29-35, 42-44; Lc. 21. 25-36)
Pero ustedes, estén alerta; vean que se lo he dicho todo de antemano. La Venida del Hijo del Hombre
24 P ero en aquellos días, después de aquella tribulación, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor,
“Pero en aquellos días, después de esa tribulación, el sol se oscurecera y la luna no dara su luz,
25 y las estrellas caerán del cielo, y las potencias que están en los cielos serán conmovidas.
las estrellas iran cayendo del cielo y las potencias que están en los cielos serán sacudidas.
26 E ntonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en las nubes con gran poder y gloria.
Entonces verán al Hijo del Hombre que viene en las nubes con gran poder y gloria.
27 Y entonces enviará sus ángeles, y juntará a sus escogidos de los cuatro vientos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo.
Y entonces El enviará a los ángeles, y reunirá a Sus escogidos de los cuatro vientos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo. Parábola de la Higuera
28 D e la higuera aprended la parábola: Cuando ya su rama está tierna, y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca.
“De la higuera aprendan la parábola: cuando su rama ya se pone tierna y echa las hojas, saben que el verano está cerca.
29 A sí también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, conoced que está cerca, a las puertas.
Así también ustedes, cuando vean que suceden estas cosas, sepan que El está cerca, a las puertas.
30 D e cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca.
En verdad les digo que no pasará esta generación hasta que todo esto suceda.
31 E l cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.
El cielo y la tierra pasarán, pero Mis palabras no pasarán.
32 P ero de aquel día y de la hora nadie sabe, ni aun los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre.
Pero de aquel día o de aquella hora nadie sabe, ni siquiera los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre. Exhortación a Velar
33 M irad, velad y orad; porque no sabéis cuándo será el tiempo.
“Estén alerta, velen; porque no saben cuándo es el tiempo señalado.
34 E s como el hombre que yéndose lejos, dejó su casa, y dio autoridad a sus siervos, y a cada uno su obra, y al portero mandó que velase.
Es como un hombre que se fue de viaje, y al salir de su casa dejó a sus siervos encargados, asignándole a cada uno su tarea, y ordenó al portero que estuviera alerta.
35 V elad, pues, porque no sabéis cuándo vendrá el señor de la casa; si al anochecer, o a la medianoche, o al canto del gallo, o a la mañana;
Por tanto, velen, porque no saben cuándo viene el señor de la casa, si al atardecer, o a la medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer;
36 p ara que cuando venga de repente, no os halle durmiendo.
no sea que venga de repente y los halle dormidos.
37 Y lo que a vosotros digo, a todos lo digo: Velad.
Y lo que a ustedes digo, a todos digo: ¡Velen!”