1 M uy de mañana, habiendo tenido consejo los principales sacerdotes con los ancianos, con los escribas y con todo el concilio, llevaron a Jesús atado, y le entregaron a Pilato.
Muy de mañana, los principales sacerdotes prepararon enseguida una reunión con los ancianos, los escribas y todo el Concilio (Sanedrín); y atando a Jesús, Lo llevaron y Lo entregaron a Pilato.
2 P ilato le preguntó: ¿Eres tú el Rey de los judíos? Respondiendo él, le dijo: Tú lo dices.
“ ¿Eres Tú el Rey de los Judíos?” le preguntó Pilato. “Tú lo dices,” respondió Jesús
3 Y los principales sacerdotes le acusaban mucho.
Y los principales sacerdotes Lo acusaban de muchas cosas.
4 O tra vez le preguntó Pilato, diciendo: ¿Nada respondes? Mira de cuántas cosas te acusan.
De nuevo Pilato Le preguntó: “¿No respondes nada? Mira de cuántas cosas Te acusan.”
5 M as Jesús ni aun con eso respondió; de modo que Pilato se maravillaba. Jesús sentenciado a muerte (Mt. 27. 15-31; Lc. 23. 13-25; Jn. 18. 38--19. 16)
Pero Jesús no respondió nada más; de modo que Pilato estaba asombrado. Jesús o Barrabás
6 A hora bien, en el día de la fiesta les soltaba un preso, cualquiera que pidiesen.
Ahora bien, en cada fiesta Pilato acostumbraba soltarles un preso, el que ellos pidieran.
7 Y había uno que se llamaba Barrabás, preso con sus compañeros de motín que habían cometido homicidio en una revuelta.
Y uno llamado Barrabás había sido encarcelado con los rebeldes que habían cometido homicidio en la insurrección.
8 Y viniendo la multitud, comenzó a pedir que hiciese como siempre les había hecho.
Cuando la multitud subió, comenzó a pedirle a Pilato que hiciera como siempre les había hecho.
9 Y Pilato les respondió diciendo: ¿Queréis que os suelte al Rey de los judíos?
Entonces Pilato les preguntó: “¿Quieren que les suelte al Rey de los Judíos?”
10 P orque conocía que por envidia le habían entregado los principales sacerdotes.
Porque sabía que los principales sacerdotes Lo habían entregado por envidia.
11 M as los principales sacerdotes incitaron a la multitud para que les soltase más bien a Barrabás.
Pero los principales sacerdotes provocaron a la multitud para que le pidiera que en vez de Jesús les soltara a Barrabás.
12 R espondiendo Pilato, les dijo otra vez: ¿Qué, pues, queréis que haga del que llamáis Rey de los judíos?
Pilato les preguntó: “¿Qué haré, entonces, con el que ustedes llaman el Rey de los Judíos?”
13 Y ellos volvieron a dar voces:!! Crucifícale!
Ellos le respondieron a gritos: “¡Crucifícalo!”
14 P ilato les decía: ¿Pues qué mal ha hecho? Pero ellos gritaban aun más:!! Crucifícale!
Y Pilato les decía: “¿Por qué? ¿Qué mal ha hecho?” Y ellos gritaban aún más: “¡Crucifícalo!”
15 Y Pilato, queriendo satisfacer al pueblo, les soltó a Barrabás, y entregó a Jesús, después de azotarle, para que fuese crucificado.
Pilato, queriendo complacer a la multitud, les soltó a Barrabás; y después de hacer azotar a Jesús, Lo entregó para que fuera crucificado. Los Soldados se Burlan de Jesús
16 E ntonces los soldados le llevaron dentro del atrio, esto es, al pretorio, y convocaron a toda la compañía.
Entonces los soldados llevaron a Jesús dentro del palacio, es decir, al Pretorio, y convocaron a toda la tropa Romana.
17 Y le vistieron de púrpura, y poniéndole una corona tejida de espinas,
Lo vistieron de púrpura, y después de tejer una corona de espinas, se la pusieron;
18 c omenzaron luego a saludarle:!! Salve, Rey de los judíos!
y comenzaron a gritar: “¡Salve, Rey de los Judíos!”
19 Y le golpeaban en la cabeza con una caña, y le escupían, y puestos de rodillas le hacían reverencias.
Le golpeaban la cabeza con una caña y Le escupían, y poniéndose de rodillas, Le hacían reverencias.
20 D espués de haberle escarnecido, le desnudaron la púrpura, y le pusieron sus propios vestidos, y le sacaron para crucificarle. Crucifixión y muerte de Jesús (Mt. 27. 32-56; Lc. 23. 26-49; Jn. 19. 17-30)
Después de haberse burlado de Jesús, Le quitaron el manto de púrpura, Le pusieron Sus ropas y Lo sacaron para que fuera crucificado.
21 Y obligaron a uno que pasaba, Simón de Cirene, padre de Alejandro y de Rufo, que venía del campo, a que le llevase la cruz.
Y obligaron a uno que pasaba y que venía del campo, Simón de Cirene, padre de Alejandro y Rufo, a que llevara la cruz de Jesús. La Crucifixión
22 Y le llevaron a un lugar llamado Gólgota, que traducido es: Lugar de la Calavera.
Lo llevaron al lugar llamado Gólgota, que traducido significa Lugar de la Calavera.
23 Y le dieron a beber vino mezclado con mirra; mas él no lo tomó.
Trataron de dar a Jesús vino mezclado con mirra, pero El no lo tomó.
24 C uando le hubieron crucificado, repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes sobre ellos para ver qué se llevaría cada uno.
Cuando Lo crucificaron, se repartieron Sus vestidos, echando suertes sobre ellos para decidir lo que cada uno tomaría.
25 E ra la hora tercera cuando le crucificaron.
Era la hora tercera (9 a. m.) cuando Lo crucificaron.
26 Y el título escrito de su causa era: EL REY DE LOS JUDÍOS.
La inscripción de la acusación contra El decía: “EL REY DE LOS JUDIOS.”
27 C rucificaron también con él a dos ladrones, uno a su derecha, y el otro a su izquierda.
Crucificaron con El a dos ladrones; uno a Su derecha y otro a Su izquierda.
28 Y se cumplió la Escritura que dice: Y fue contado con los inicuos.
Y se cumplió la Escritura que dice: “Y con los transgresores fue contado.”
29 Y los que pasaban le injuriaban, meneando la cabeza y diciendo:!! Bah! tú que derribas el templo de Dios, y en tres días lo reedificas,
Los que pasaban Lo injuriaban, meneando la cabeza y diciendo: “¡Bah! Tú que destruyes el templo y en tres días lo reedificas,
30 s álvate a ti mismo, y desciende de la cruz.
¡sálvate a Ti mismo descendiendo de la cruz!”
31 D e esta manera también los principales sacerdotes, escarneciendo, se decían unos a otros, con los escribas: A otros salvó, a sí mismo no se puede salvar.
De igual manera, también los principales sacerdotes junto con los escribas, burlándose de El entre ellos, decían: “A otros salvó, El mismo no se puede salvar.
32 E l Cristo, Rey de Israel, descienda ahora de la cruz, para que veamos y creamos. También los que estaban crucificados con él le injuriaban.
Que este Cristo, el Rey de Israel, descienda ahora de la cruz, para que veamos y creamos.” Y los que estaban crucificados con El también Lo insultaban. Muerte de Jesús
33 C uando vino la hora sexta, hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena.
Cuando llegó la hora sexta (mediodía), hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora novena (3 p. m.).
34 Y a la hora novena Jesús clamó a gran voz, diciendo: Eloi, Eloi, ¿lama sabactani? que traducido es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?
Y a la hora novena (3 p. m.) Jesús exclamó con fuerte voz: “ Eloi, Eloi, ¿lema sabactani ?” que traducido significa, “ Dios mio, Dios mio, ¿por que Me has abandonado ?”
35 Y algunos de los que estaban allí decían, al oírlo: Mirad, llama a Elías.
Algunos de los que estaban allí, al oír lo, decían: “Miren, está llamando a Elías.”
36 Y corrió uno, y empapando una esponja en vinagre, y poniéndola en una caña, le dio a beber, diciendo: Dejad, veamos si viene Elías a bajarle.
Entonces uno corrió y empapó una esponja en vinagre, y poniéndola en una caña, dio a Jesús a beber, diciendo: “Dejen, veamos si Elías Lo viene a bajar.”
37 M as Jesús, dando una gran voz, expiró.
Pero Jesús, dando un fuerte grito, expiró.
38 E ntonces el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo.
Y el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo.
39 Y el centurión que estaba frente a él, viendo que después de clamar había expirado así, dijo: Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios.
Viendo el centurión que estaba frente a El, la manera en que expiró, dijo: “En verdad este hombre era Hijo de Dios.”
40 T ambién había algunas mujeres mirando de lejos, entre las cuales estaban María Magdalena, María la madre de Jacobo el menor y de José, y Salomé,
Había también unas mujeres mirando de lejos, entre las que estaban María Magdalena, María, la madre de Jacobo (Santiago) el menor y de José, y Salomé,
41 q uienes, cuando él estaba en Galilea, le seguían y le servían; y otras muchas que habían subido con él a Jerusalén. Jesús es sepultado (Mt. 27. 57-61; Lc. 23. 50-56; Jn. 19. 38-42)
las cuales cuando Jesús estaba en Galilea, Lo seguían y Le servían; y había muchas otras que habían subido con El a Jerusalén. Sepultura de Jesús
42 C uando llegó la noche, porque era la preparación, es decir, la víspera del día de reposo,
Ya al atardecer, como era el día de la preparación, es decir, la víspera del día de reposo,
43 J osé de Arimatea, miembro noble del concilio, que también esperaba el reino de Dios, vino y entró osadamente a Pilato, y pidió el cuerpo de Jesús.
vino José de Arimatea, miembro prominente del Concilio (Sanedrín), que también esperaba el reino de Dios; y llenándose de valor, entró adonde estaba Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús.
44 P ilato se sorprendió de que ya hubiese muerto; y haciendo venir al centurión, le preguntó si ya estaba muerto.
Pilato se sorprendió de que ya hubiera muerto, y llamando al centurión, le preguntó si ya estaba muerto.
45 E informado por el centurión, dio el cuerpo a José,
Y al comprobar esto por medio del centurión, le concedió el cuerpo a José,
46 e l cual compró una sábana, y quitándolo, lo envolvió en la sábana, y lo puso en un sepulcro que estaba cavado en una peña, e hizo rodar una piedra a la entrada del sepulcro.
quien compró un lienzo de lino, y bajando el cuerpo de la cruz, Lo envolvió en el lienzo de lino y Lo puso en un sepulcro que había sido excavado en la roca; e hizo rodar una piedra a la entrada del sepulcro.
47 Y María Magdalena y María madre de José miraban dónde lo ponían.
Y María Magdalena y María, la madre de José, miraban para saber dónde Lo ponían.