1 C uídame, oh Dios, porque en ti confío.
Guárdame, oh Dios, porque en ti he confiado.
2 Y o declaro, Señor, que tú eres mi dueño; que sin ti no tengo ningún bien.
Di al SEÑOR: Señor tú eres mi bien; no tengo otro bien fuera de ti.
3 P oderosos son los dioses del país, según todos los que en ellos se complacen.
A los santos que están en la tierra, y a los íntegros; toda mi afición en ellos.
4 ¡ Pero grandes dolores esperan a sus seguidores! ¡Jamás derramaré ante ellos ofrendas de sangre, ni mis labios pronunciarán sus nombres!
Multiplicarán sus dolores los que se apresuraren tras otro dios; no ofreceré yo sus libaciones de sangre, ni en mis labios tomaré sus nombres.
5 T ú, Señor, eres mi copa y mi herencia; tú eres quien me sostiene.
El SEÑOR es la porción de mi parte y de mi copa; tú sustentarás mi suerte.
6 P or suerte recibí una bella herencia; hermosa es la heredad que me asignaste.
Las cuerdas me cayeron en lugares deleitosos, así mismo la heredad se hermoseó sobre mí.
7 P or eso te bendigo, Señor, pues siempre me aconsejas, y aun de noche me reprendes.
Bendeciré al SEÑOR, que me aconseja; aun en las noches me enseña mis riñones.
8 T odo el tiempo pienso en ti, Señor; contigo a mi derecha, jamás caeré.
¶ Al SEÑOR he puesto siempre delante de mí; porque estando El a mi diestra, no seré conmovido.
9 G ran regocijo hay en mi corazón y en mi alma; todo mi ser siente una gran confianza,
Por tanto se alegró mi corazón, y se gozó mi gloria; también mi carne reposará segura.
10 p orque no me abandonarás en el sepulcro, ¡no dejarás que sufra corrupción quien te es fiel.
Porque no dejarás mi alma en el Seol; ni darás tu Misericordioso para que vea corrupción.
11 T ú me enseñas el camino de la vida; con tu presencia me llenas de alegría; ¡estando a tu lado seré siempre dichoso!
Me harás saber la senda de la vida; plenitud de alegrías hay con tu rostro; deleites en tu diestra para siempre.