Salmos 28 ~ Salmos 28

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1 S eñor, tú eres mi roca. A ti clamo. ¡No te apartes de mí! De lo contrario, seré como los que bajan al sepulcro.

A Ti clamo, oh Señor; Roca mía, no seas sordo para conmigo, No sea que si guardas silencio hacia mí, Venga a ser semejante a los que descienden a la fosa.

2 E scucha mi clamor, que pide tu ayuda, cuando levanto mis manos hacia tu santo templo.

Escucha la voz de mis súplicas cuando a Ti pido auxilio; Cuando levanto mis manos hacia el Lugar Santísimo de Tu santuario.

3 N o me lleves junto con los malvados, ni con los que hacen el mal; con los que hablan de paz con sus amigos pero por dentro están llenos de maldad.

No me arrastres con los impíos Ni con los que obran iniquidad, Que hablan de paz con su prójimo, Mientras hay maldad en su corazón.

4 P ágales conforme a sus malas acciones; por tanta maldad que cometen, dales su merecido.

Dales conforme a su obra y según la maldad de sus hechos; Dales conforme a la obra de sus manos; Págales su merecido.

5 H azlos caer, Señor, y no vuelvas a levantarlos, pues no han entendido tus acciones ni han prestado atención a tus obras.

Porque no tienen en cuenta los hechos del Señor Ni la obra de Sus manos, El los derribará y no los edificará.

6 B endito seas, Señor, pues escuchas la voz de mis ruegos.

Bendito sea el Señor, Porque ha oído la voz de mis súplicas.

7 T ú, Señor, eres mi escudo y mi fuerza; en ti confía mi corazón, pues recibo tu ayuda. Por eso mi corazón se alegra y te alaba con sus cánticos.

El Señor es mi fuerza y mi escudo; En El confía mi corazón, y soy socorrido; Por tanto, mi corazón se regocija, Y Le daré gracias con mi cántico.

8 T ú, Señor, infundes fuerzas a tu pueblo; tu ungido halla en ti un refugio salvador.

El Señor es la fuerza de su pueblo, Y El es defensa salvadora de Su ungido.

9 ¡ Salva a tu pueblo, bendice a tu herencia! ¡Guíalos y cuida de ellos ahora y siempre!

Salva a Tu pueblo y bendice a Tu heredad, Pastoréalos y llévalos en Tus brazos para siempre.