1 L evantando los ojos, vio a los ricos que echaban sus ofrendas en el arca de las ofrendas.
2 V io también a una viuda muy pobre, que echaba allí dos blancas.
3 Y dijo: En verdad os digo, que esta viuda pobre echó más que todos.
4 P orque todos aquéllos echaron para las ofrendas de Dios de lo que les sobra; mas ésta, de su pobreza echó todo el sustento que tenía. Jesús predice la destrucción del templo (Mt. 24. 1-2; Mr. 13. 1-2)
5 Y a unos que hablaban de que el templo estaba adornado de hermosas piedras y ofrendas votivas, dijo:
6 E n cuanto a estas cosas que veis, días vendrán en que no quedará piedra sobre piedra, que no sea destruida. Señales antes del fin (Mt. 24. 3-28; Mr. 13. 3-23)
7 Y le preguntaron, diciendo: Maestro, ¿cuándo será esto? ¿y qué señal habrá cuando estas cosas estén para suceder?
8 É l entonces dijo: Mirad que no seáis engañados; porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo, y: El tiempo está cerca. Mas no vayáis en pos de ellos.
9 Y cuando oigáis de guerras y de sediciones, no os alarméis; porque es necesario que estas cosas acontezcan primero; pero el fin no será inmediatamente.
10 E ntonces les dijo: Se levantará nación contra nación, y reino contra reino;
11 y habrá grandes terremotos, y en diferentes lugares hambres y pestilencias; y habrá terror y grandes señales del cielo.
12 P ero antes de todas estas cosas os echarán mano, y os perseguirán, y os entregarán a las sinagogas y a las cárceles, y seréis llevados ante reyes y ante gobernadores por causa de mi nombre.
13 Y esto os será ocasión para dar testimonio.
14 P roponed en vuestros corazones no pensar antes cómo habéis de responder en vuestra defensa;
15 p orque yo os daré palabra y sabiduría, la cual no podrán resistir ni contradecir todos los que se opongan.
16 M as seréis entregados aun por vuestros padres, y hermanos, y parientes, y amigos; y matarán a algunos de vosotros;
17 y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre.
18 P ero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá.
19 C on vuestra paciencia ganaréis vuestras almas.
20 P ero cuando viereis a Jerusalén rodeada de ejércitos, sabed entonces que su destrucción ha llegado.
21 E ntonces los que estén en Judea, huyan a los montes; y los que en medio de ella, váyanse; y los que estén en los campos, no entren en ella.
22 P orque estos son días de retribución, para que se cumplan todas las cosas que están escritas.
23 M as!! ay de las que estén encintas, y de las que críen en aquellos días! porque habrá gran calamidad en la tierra, e ira sobre este pueblo.
24 Y caerán a filo de espada, y serán llevados cautivos a todas las naciones; y Jerusalén será hollada por los gentiles, hasta que los tiempos de los gentiles se cumplan. La venida del Hijo del Hombre (Mt. 24. 29-35, 42-44; Mr. 13. 24-37)
25 E ntonces habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, confundidas a causa del bramido del mar y de las olas;
26 d esfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra; porque las potencias de los cielos serán conmovidas.
27 E ntonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en una nube con poder y gran gloria.
28 C uando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca.
29 T ambién les dijo una parábola: Mirad la higuera y todos los árboles.
30 C uando ya brotan, viéndolo, sabéis por vosotros mismos que el verano está ya cerca.
31 A sí también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios.
32 D e cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca.
33 E l cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.
34 M irad también por vosotros mismos, que vuestros corazones no se carguen de glotonería y embriaguez y de los afanes de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día.
35 P orque como un lazo vendrá sobre todos los que habitan sobre la faz de toda la tierra.
36 V elad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre.
37 Y enseñaba de día en el templo; y de noche, saliendo, se estaba en el monte que se llama de los Olivos.
38 Y todo el pueblo venía a él por la mañana, para oírle en el templo.