Z adok the priest then took the horn of oil from the tent and anointed Solomon. Then they blew the trumpet, and all the people said, “ Long live King Solomon!”
Allí, el sacerdote Sadoc tomó del santuario el recipiente con el aceite y ungió a Salomón. Se tocó entonces la trompeta, y todo el pueblo gritó: «¡Viva el rey Salomón!»
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