T heir buyers slaughter them, and go unpunished. Those who sell them say, ‘Blessed be Yahweh, for I am rich;’ and their own shepherds don’t pity them.
Los que las compran las matan y salen impunes, y el que las vende dice: “¡Bendito sea el Señor, porque me he enriquecido!”; y ni sus propios pastores se compadecen de ellas.
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