p orque ni aun Cristo se agradó a sí mismo; antes bien, como está escrito: «Los vituperios de los que te vituperaban cayeron sobre mí.»
فَحَتَّى المَسِيحُ لَمْ يُرضِ نَفسَهُ، بَلْ كَما يَقُولُ الكِتابُ: «إهاناتُ الَّذِينَ أهانُوكَ وَقَعَتْ عَلَيَّ.»
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