E ntonces fui al Éufrates, cavé y tomé el cinto del lugar donde lo había escondido, pero el cinto se había podrido y ya no servía para nada.
Entonces fui al Éufrates, y cavé y saqué el cinturón de donde lo había escondido, ¡y resultó que el cinturón se había podrido! ¡Ya no servía para nada!
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