D ijo ella entonces: —Te ruego, oh rey, que te acuerdes de Jehová, tu Dios, para que el vengador de la sangre no aumente el daño y no destruya a mi hijo. Él respondió: —¡Vive Jehová, que no caerá en tierra ni un cabello de la cabeza de tu hijo!
Pero la mujer añadió: «Ruego a Su Majestad consultar al Señor su Dios, para que quien quiere tomar venganza no empeore las cosas matando a mi hijo.» Y el rey respondió: «Juro por el Señor que tu hijo no va a perder un solo pelo de su cabeza.»
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