P orque aun cuando llegamos a Macedonia, ningún reposo tuvo nuestro cuerpo, sino que en todo fuimos atribulados; de fuera, conflictos; de dentro, temores.
Cuando vinimos a Macedonia, ciertamente ningún reposo tuvo nuestro cuerpo, sino que en todo fuimos atribulados: de fuera, conflictos, y de dentro, temores.
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