L os cedros del jardín de Dios no lo oscurecían; los cipreses no fueron semejantes a sus ramas, ni las plataneras fueron semejantes a su ramaje; ningún árbol en el jardín de Dios fue semejante a él en su hermosura.
“Los cedros no lo igualaban en el huerto de Dios; los cipreses no se podían comparar con su ramaje, y los plátanos no igualaban sus ramas. Ningún árbol en el huerto de Dios podía compararse a él en su hermosura.
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