P orque el hombre tampoco conoce su tiempo; como los peces que son presos en la red, y como las aves que se enredan en lazo, así son enlazados los hijos de los hombres en el infortunio, cuando les sobreviene de improviso.
A decir verdad, nosotros los mortales no sabemos cuándo nos llegará la hora. Somos como los peces cuando caen en la red artera, o como las aves cuando caen en la trampa: cuando un mal momento nos sobreviene, quedamos atrapados.
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