P ero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se averg: uenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad.
Pero ellos anhelaban una patria mejor, es decir, la patria celestial. Por eso Dios no se avergüenza de llamarse su Dios; al contrario, les ha preparado una ciudad.
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