Y dije:!! Ah, Señor Jehová! he aquí que mi alma no es inmunda, ni nunca desde mi juventud hasta este tiempo comí cosa mortecina ni despedazada, ni nunca en mi boca entró carne inmunda.
Pero yo dije: “¡Ah, Señor Dios! Nunca me he contaminado; porque desde mi juventud hasta ahora nunca he comido animal muerto o despedazado, ni jamás ha entrado en mi boca carne inmunda.”
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