C uando llegue el momento, su mal será proverbial, y como lamento les cantarán esta endecha: «Hemos sido destruidos por completo. Dios ha cambiado la suerte de nuestro pueblo. ¡Nos ha quitado nuestros campos! ¡Se los ha dado a otros en propiedad!»
En aquel tiempo se os dedicará un refrán, y se os entonará una lamentación diciendo: “Del todo fuimos destruidos; él ha cambiado la heredad de mi pueblo. ¡Cómo nos quitó nuestros campos! ¡Los dio y los repartió a otros!”
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