E ntonces el Señor trajo de occidente un viento muy fuerte, y barrió con las langostas y las arrojó al Mar Rojo. ¡Ni una sola langosta quedó en todo Egipto!
Y el Señor cambió el viento a un viento occidental muy fuerte que se llevó las langostas y las arrojó al mar Rojo; ni una langosta quedó en todo el territorio de Egipto.
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