P ara poder hacerlo, ordena por favor a tus hombres que corten cedros del Líbano. Mis hombres pueden ayudar, y yo les pagaré a tus siervos lo que tú me digas, pues reconozco que no hay entre nosotros nadie que trabaje la madera tan bien como los sidonios.»
Manda, pues, ahora, que me corten cedros del Líbano; y mis siervos estarán con los tuyos, y yo te daré por tus siervos el salario que tú digas; porque tú sabes bien que ninguno hay entre nosotros que sepa labrar madera como los sidonios.
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