E ntonces sus oficiales le dijeron: «Hemos sabido que los reyes de Israel son clementes. Si nos vestimos con cilicio y nos ponemos una soga al cuello, y nos presentamos ante el rey, tal vez tenga compasión de ti y te perdone la vida.»
Entonces sus siervos le dijeron: He aquí, hemos oído de los reyes de la casa de Israel, que son reyes clementes; pongamos, pues, ahora cilicio en nuestros lomos, y sogas en nuestros cuellos, y salgamos al rey de Israel, a ver si por ventura te salva la vida.
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