P altiel se fue llorando tras ella, hasta llegar a Bajurín, pero Abner le ordenó que se regresara a su casa y Paltiel obedeció.
Su marido fue con ella, siguiéndola y llorando hasta Bahurim. Pero Abner le dijo: «¡Anda, vuélvete!» Y él se volvió.
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