E ntonces una mujer muy astuta gritó desde la ciudad: «¡Por favor, escúchenme! ¡Por favor, díganle a Joab que venga! ¡Necesito hablar con él!»
Entonces una mujer sabia gritó desde la ciudad: Oíd, oíd; ruego que digáis a Joab: “Ven acá para que hable contigo.”
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