F inalmente, el negocio que el rey demanda, es singular, ni hay quien lo pueda declarar delante del rey, salvo los dioses cuya morada no es con la carne.
Esto que Su Majestad nos pide es algo muy difícil, y no hay nadie que se lo pueda revelar, a no ser los dioses. ¡Pero los dioses no viven entre los hombres!»
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