H asta que apunte el día, y huyan las sombras, Tórnate, amado mío; sé semejante al gamo, ó al cabrito de los ciervos, Sobre los montes de Bether.
Hasta que llegue el día y las sombras se disipen, ¡vuelve a mí, amado mío! ¡Sé raudo como un venado, como un cervatillo sobre los montes de Beter!
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