S us jefes juzgan por soborno, sus sacerdotes enseñan por precio, sus profetas adivinan por dinero, y se apoyan en el Señor, diciendo: ¿No está el Señor en medio de nosotros ? No vendrá sobre nosotros mal alguno.
Sus jefes dictan sentencia a cambio del soborno; sus sacerdotes cobran por impartir sus enseñanzas, y sus profetas adivinan a cambio de dinero, y se apoyan en el Señor cuando dicen: “¿No es verdad que el Señor está entre nosotros? ¡Ningún mal nos sobrevendrá!”
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