O h afligida, azotada por la tempestad, sin consuelo, he aquí, yo asentaré tus piedras en antimonio, y tus cimientos en zafiros.
»¡Pobrecita! La tempestad te ha azotado, y nadie te ha brindado consuelo. Pero voy a ponerte por cimientos piedras de carbunclo y de zafiro.
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