L os correos, apresurados y apremiados por la orden del rey, salieron montados en los corceles reales; y el decreto fue promulgado en la fortaleza de Susa.
Los correos, pues, montados en caballos veloces, salieron a toda prisa, según la orden del rey; y el edicto también fue promulgado en Susa, capital del reino.
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