T hen Pharaoh sent, and, behold, there was not one of the livestock of the sons of Israel dead. But the heart of Pharaoh hardened, and he did not let the people go.
Y Faraón envió a ver, y he aquí, ni un solo animal de los ganados de Israel había perecido. Pero el corazón de Faraón se endureció y no dejó ir al pueblo. Sexta plaga: las úlceras
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