E ntonces la voz me respondió del cielo la segunda vez: Lo que Dios limpió, no lo ensucies tú.
«فَأجابَني الصَّوتُ ثانِيَةً مِنَ السَّماءِ: ‹ما طّهَّرَهُ اللهُ، لا تُحَرِّمُهُ أنتَ!›