T et: Sus inmundicias están en sus faldas; no se acordó de su postrimería; por tanto, ella ha descendido sorprendentemente, no tiene consolador. Mira, oh SEÑOR, mi aflicción, porque el enemigo se ha engrandecido.
Cubierta está de inmundicia. No tuvo en cuenta su futuro. Ha caído a lo más bajo, y en su desconsuelo exclama: «¡Mira, Señor, mi aflicción! ¡Mira cómo se regodean mis enemigos!»
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