L evántate, Aquilón, y ven, Austro; sopla sobre mi huerto, despréndanse sus aromas. Venga mi amado a su huerto, y coma de su dulce fruta.
¡Levántate, viento del norte! ¡Ven acá, viento del sur! ¡Vengan y soplen en mi jardín, para que se esparzan sus aromas! ¡Ven, amado mío, a tu jardín y deléitate con sus dulces frutos!
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