¡ Levántate, da voces en la noche al comenzar las vigilias! Derrama como agua tu corazón ante la presencia del Señor; alza a él tus manos implorando la vida de tus niñitos, que desfallecen de hambre en las entradas de todas las calles.
Por la noche, al comenzar las guardias, ¡levántate y grita! ¡Vierte tu corazón, como un torrente, en la presencia del Señor! ¡Levanta hacia él las manos y ruega por la vida de tus pequeños, que desfallecen de hambre en las esquinas de las calles!
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