E ntonces el rey le dijo al varón de Dios: «Te pido que ruegues por mí ante el Señor tu Dios, para que mi brazo sea sanado.» El varón de Dios rogó al Señor, y el brazo del rey fue sanado y volvió a estar como antes.
Entonces el rey, dirigiéndose al hombre de Dios, dijo: —Te pido que ruegues ante la presencia de Jehová, tu Dios, y ores por mí, para que mi mano sea restaurada. El hombre de Dios oró a Jehová y la mano del rey se le restauró; quedó como era antes.
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