H asta que apunte el día, y huyan las sombras, vuélvete, amado mío; sé semejante al gamo, o al cabrito de los ciervos, sobre los montes de Beter.
Mientras despunta el día y huyen las sombras, vuelve, amado mío, como una gacela o un cervatillo por los montes de Beter.
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